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«Agradar a los demás nunca debería ser el objetivo. Si te enfocas en las expectativas limitas tu creatividad»

Productor, dj, fundador de varios sellos discográficos, el alemán Steve Bug es uno de los nombres esenciales de la historia de la música electrónica de los 90 y 2000, inevitablemente ligado al minimal, etiqueta más que discutible, como todas, según defiende en esta entrevista con motivo del lanzamiento de su nuevo álbum ‘Never Ending Winding Roads’. Hablamos de sus procesos creativos, del nuevo Prophet 5 y de su segunda pasión: la escalada indoor.


Has dicho que ‘Never Ending Winding Roads’, tu último trabajo, es el álbum del que te sientes más satisfecho hasta la fecha. ¿Podrías darnos más detalles acerca de toda esa satisfacción?

Creo que este álbum en particular funciona particularmente bien como una sola pieza. Eso me encanta, hay una gran variedad de estilos, pero todo encaja de maravilla entre sí.


¿Había un proyecto inicial, una línea preconcebida de trabajo o tiraste hacia delante sin más?

En el primer confinamiento retomé unos cuantos proyectos de 2019 que no había podido terminar y me puse a hacerlo. Surgieron unas cuantas ideas nuevas y de repente me encontré con que tenía unos seis o siete tracks que funcionaban bien juntos. Ahí fue la primera vez que pensé que ese material podía convertirse en un álbum. Seguí componiendo temas y revisitando otros proyectos del año anterior hasta que tuve los 11 que finalmente componen el disco. Incluyendo la mezcla de todo, probablemente me llevó dos meses, tal vez algo más.


Llevas en la música casi 30 años y tu primer álbum, si no me equivoco, es de 1996. Desde entonces hasta ahora has acumulado un enorme conocimiento sobre producción musical. ¿Cómo manejas no perder espontaneidad al producir a pesar de todo ese track record?

Creo que de alguna forma conservo un enfoque lúdico cuando empiezo a trabajar en nuevos tracks. Me encanta estar en el estudio y cacharrear con sonidos, ritmos, plugins… Para mí es importante no forzarme a terminar nada. Me encanta perderme en un loop hipnótico durante horas, y no me preocupa si alguna vez se convertirá en un tema o no [curiosidad: el primer track del nuevo disco se llama ‘Ludic Loops’. Está claro que éste sí lo consiguió]. Cuando tengo algo que siento que vale la pena terminar, lo hago. De lo contrario, puede seguir siendo una idea hasta el fin de los días. O podría terminarlo en otro momento, cuando vuelva a abrir el proyecto alguna vez en el futuro. Vamos, que no voy al estudio pensando en hacer un lanzamiento, voy porque disfruto estando allí. Y si al final de ese camino hay un track, pues mejor que mejor.


¿Nunca te has sentido prisionero de lo que se esperaba de ti musicalmente?

Hace unos años tal vez un poco, pero siempre me he esforzado en crear música que me guste a mí, sin pensar en qué opinarán los demás de ella. Y cuanto más he profundizado en esa idea, menos me han preocupado las opiniones ajenas. Por supuesto que es increíble cuando a la gente le gusta lo que haces, pero agradar a los demás nunca debería ser el objetivo. Si te enfocas en las expectativas limitas tu creatividad.


De todo el material que acumulas, ¿cuánto queda atrás?

No lo sé, la verdad. Cada año es diferente. Ahora creo que he sido capaz de no dejar demasiado. Pero no siempre es el caso. Aunque, de nuevo, para mí no se trata de terminar el material, sino del proceso en sí mismo, así que realmente no hay nada que se ‘desperdicie’.


Entre las máquinas con las que trabajas, ¿hay alguna que haya sobrevivido décadas y todavía esté entre tus preferidas? ¿Se deja sonar en ‘Never Ending…’?

Han sobrevivido muchas y uso un montón de ellas normalmente. Pero ‘Never Ending Winding Roads’ fue compuesta y producida completamente ‘in the box’. Solo durante la mezcla usé una consola analógica. No estuvo planeado, tan solo sucedió. A principios de 2019 estrené un ordenador cargado con un montón de software nuevo. En el primer confinamiento finalmente tuve tiempo de explorar todo ese material y me dejé llevar por las posibilidades y la calidad de esos plugins actuales. Especialmente el nuevo Arturia V Collection, así como algún material NI, el nuevo Logic X y los plugins UAD están en el álbum. Para alguien como yo, que normalmente utiliza un montón de hardware, fue de lo más sorprendente no sentir en ningún momento la necesidad de encender un sinte. Eso sí: ahora que el álbum está acabado, estoy deseando trabajar otra vez con aparatos. Especialmente desde que hay una versión Rev4 del Prophet 5. El Prophet 5 fue uno de mis primeros sintes, pero lo vendí hace unos años porque me daba muchos problemas. Hace unas semanas me he comprado un Rev4. No he tenido tiempo aún para meterme de lleno con él, pero es algo que sucederá a mediados de enero, cuando mi nuevo estudio esté en marcha.


Inevitablemente, para los que hemos vivido el desarrollo de la música electrónica desde los años 90, tu nombre está muy ligado al minimal. ¿El minimal ha muerto o está ‘making its transition’? 

Nunca he sido aficionado a etiquetar la música. No pienso en géneros. Compro música que me gusta, que me mueve a mí y a mi cuerpo, no importa si es deep house, minimal, techno o alguno de los otros estúpidos nombres de géneros que hay por ahí. Además de que la mayoría de los géneros cambian musicalmente a lo largo de los años. El minimal, por ejemplo, se estaba volviendo bastante ‘maximal’, cargado de efectos especiales, build ups, etc. Estando ya bastante muerto se convirtió en dubby house y techno, y ahora en un tipo de tech house. El deep house pasó de ser algo hipnótico bastante clásico con cuerdas y voces repetitivas a convertirse en algo que ahora se etiqueta como house melódico y techno, o incluso progresivo. Como puedes ver, catalogar música por géneros no funciona. Pero si de lo que hablamos cuando hablamos de minimalismo es de tracks con pocos elementos, creo que todavía hay muchas cosas geniales, si no más que nunca.


¿Qué rollo te ha cortado el coronavirus?

Lo primero de todo es que he tenido la suerte de no perder a ningún amigo o familiar por su causa. No puedo ni imaginar qué se siente al perder a alguien sin haber podido despedirte de él. En lo personal, tuve que dejar de viajar y pinchar frente a público. Algo que echo mucho de menos. Tras el verano perdido, sin poder pinchar ni salir, las cosas empezaron a parecer casi normales. Volví al gimnasio, a quedar con amigos (manteniendo la distancia social, por supuesto). Pero ahora, en el segundo confinamiento ‘soft’, con las instalaciones deportivas cerradas otra vez, mi segunda pasión después de la música, el búlder/escalada, se ha acabado también. Echo de menos ver a todos mis amigos juntos, cenar en restaurantes o tomarme una copa en un bar. Pero por lo menos he sido capaz de mantenerme en forma y sano y trabajar en música. Sólo deseo que el Gobierno apoye más a la gente con profesiones creativas. El dinero es otro rollo.


En una entrevista para ‘Vanity Dust’ dijiste: “Los clubes son uno de los pocos lugares que nos quedan para liberarnos de todo”. De repente, no hay clubes. ¿Qué nos queda para liberarnos?

Buena pregunta. He pasado tantos años en clubes que puedo sobrevivir un año sin pisar uno. Pero ¿qué hay de esos que justo ahora han alcanzado la edad en que se les permitiría entrar en clubes? Debe de ser una sensación rarísima. Y entiendo que la gente esté quedando por ahí para hacer fiestas, aunque eso desgraciadamente no ayude con la situación en que nos encontramos. Por otro lado, últimamente me he dado cuenta de que para un montón de personas hacer deporte también ayuda a quitarse de encima las preocupaciones diarias. Ahora que ambas cosas están prohibidas, puede que eso lleve a la gente al límite. Solo espero que sepamos manejar la situación, mantener la mente sana y encontrar alguna otra forma de desahogo. Estos son definitivamente tiempos difíciles para todos. Esperemos que la cosa mejore el año que viene.


¿Me puedes recomendar a un productor que aún no sea mundialmente famoso pero al que decididamente haya que seguir la pista?

Podría decir un montón de nombres, aunque normalmente no lo hago, creo que la gente debe explorar por ella misma. Pero desde que Buraq publicó su tercer disco en Sublease Music, decididamente recomiendo escucharlo. Me encantan sus producciones. Y también echadle una escucha a Zeu5, su sonido dubby house/techno es increíble. Ah, y Cinthie, aunque ella ya es una estrella…


Una curiosidad: ¿por qué elegiste ‘Bug’ (bicho) como nombre artístico? 

Solía conducir un Volkswagen escarabajo, también apodado ‘el bicho’, así que supongo que tenía sentido, jajaja.


¿De quién te gustaría leer las respuestas de una entrevista como esta?

De Mike Banks, de Underground Resistance.


Por Yiyi Jolie
@JolieYiyi

“El silencio es el nuevo idioma del desprecio”

Hoy publica su tercer disco bajo este nombre artístico ambiguo que significa “no” en ruso y ‘remache’ en alemán y que además lleva una exclamación al final, lo cual hace prácticamente imposible encontrarla en Spotify (si lo intentas, mejor búscala por el título de sus discos). Lo que no es nada ambiguo es el nombre del álbum (9 temas, 51 minutos), ‘Humillación’, que así de entrada no hace augurar precisamente una ‘happy party’. Hablamos con la productora tangerina sobre el disco, el ego que la parió y la rabia que atesora.

Has puesto tu ego a trabajar y le han salido ocho temas y una intro barroca. Debes tenerlo bien alimentado…

Jaja, se ve que sí. A un creador le pagas (si es que le pagas) para que su ego trabaje por ti. Si un tema musical te emociona es porque sientes que habla de ti, porque toca una tecla en tu interior, ¿no?

El disco es oscuro, melancólico a veces, otras se gasta una electrónica más agresiva.

Me propuse que cada tema evocara un estado de ánimo o un sentimiento. ‘Humillación’, por ejemplo, es un tema que empieza como un vals y acaba como… una taquicardia. Intentaba ponerle música a un sentimiento complejo.

Humillación es una palabra muy fuerte…

Hace poco estaba con unos amigos en un bar (qué tiempos) y hablábamos de eso. Decían que nunca se habían sentido humillados. Yo me alegré mucho por ellos. Pero yo sí la he vivido, más veces de las que quisiera.

¿Me puedes poner un ejemplo?

¿Nunca has tenido que callarte, incluso poner buena cara, mientras una persona te estaba machacando? ¿Nunca has sentido esa injusticia y una furia enorme interior que tienes que tragarte, disimular, porque te aterroriza el daño que te puede hacer esa persona que tiene algún tipo de poder sobre ti?

Lo pensaré. Hablemos del tema más desconcertante del disco: ‘Memoria’, una lista de la compra.

A veces, en las cosas más pequeñas están los mensajes más poderosos. El tema va sobre la pérdida de la memoria, un asunto que me produce pavor. Hasta fui al neurólogo hace un año. Me dijo que no tenía Alzheimer, sino un problema de atención.

¿Compraste las cuatro cosas de las que habla el tema: ajos, tofu, setas y brécol?

¡Sí! Y en cuanto llegué a casa empecé a hacer el tema, del que por cierto, también hay un vídeo.

En mi opinión, ‘el tema’ del disco es ‘Vértigo’…

Fue el primero que salió, cuando, sinceramente, creía que no iba a volver a hacer música. Me dio el impulso. También me dio la pauta del disco: quedarme con los sonidos más NIET!, con la rítmica y la atmósfera que considero más propias.

Tú haces, sobre todo, una especie de dark synth pop, aunque te salgas muchas veces de los límites convencionales… ¿Qué influencias -¿a que estabas esperando esta pregunta?- hay detrás de tu sonido?

Ni idea. Yo en realidad quería hacer hard techno cuando empecé, ha sido mi estilo de música predilecto durante años y años. Pero por lo que sea, no era mi camino. Además, no tengo muy claro que lo que escuchas te influya. Lo que escuchas te gusta. A veces intentas emularlo, pero normalmente fracasas en el intento.

¿Y ahora qué? Sacas el disco en plena ‘desescalada’ del coronavirus.

Suelo pasar por una fase de subidón seguida de una de honda decepción, luego le cuento a todo el mundo que voy a dejar la música para siempre, ellos no me creen y… vuelta a empezar. Una vez tuve un novio productor que decía que el problema de la música electrónica es que todos los que la escuchan hacen música electrónica. Lo que significa que el círculo es muy pequeño. Llegar a la gente que no hace música es muy complicado si no tienes medios suficientes. El otro día leí un reportaje muy interesante sobre cuánto costaba poner un disco de Rihanna en el mercado y convertirlo en un hit. Millones, claro. El día del lanzamiento, por ejemplo, es crítico saturar todos los canales (televisiones, radios, redes sociales, revistas…) para que no haya nadie que no se entere de que Rihanna ha sacado un disco y lo escuche. Justo lo que voy a hacer yo, vamos.

¿Tú eres fan de alguien?

Claro. De un montón de gente. Me chifla Apparat, me encanta Sevdaliza, siento debilidad por FKA Twigs (antes más, eso es cierto), hay cosas de Jon Hopkins que casi me hacen llorar, soy incondicional de Massive Attack y sigo a Perfume Genius, Nicolas Jaar, Thom Yorke, Nick Hakim, Sohn, Omega dB, Suuns, Yaeji, Two Feet…

¿El periodismo musical sirve hoy para algo?

Yo le debo mucho a algunos periodistas. Y no me refiero a la promoción. Me refiero a mi autoestima, a recibir un feedback de personas que escuchan música cada día y me transmiten que lo que hago merece la pena. Gracias a ellos, en gran medida, sigo haciendo música. Porque si llega a ser por otros que ni siquiera se dignan a escuchar lo que haces… La crítica negativa desapareció y en su lugar apareció el silencio, que hoy es el idioma del desprecio. Hay una cosa que no he logrado entender en todos estos años. En España, ¿cuántos lanzamientos de música electrónica hay al año? ¿Cien? ¿Doscientos? ¿En serio las revistas digitales ESPECIALIZADAS EN MÚSICA ELECTRÓNICA no tienen ‘espacio’ para dedicar unas líneas a todos los nuevos lanzamientos que salen de aquí, de este país? Estoy con lo que decía Cora Novoa el otro día en tu entrevista, el desprecio de este país por el talento propio es increíble…

Mmmmh, no sé, no sé… Igual si tú te haces famosísima te pones en plan borde y no concedes entrevistas. Ahora que está tan de moda ser un medio feminista y tal…

No lo veo, jaja. Hace unos años me enteré de que había un club en Madrid donde funcionaba un colectivo que se apellidaba ‘electronic music by women’. Les escribí, les mandé mi trabajo para que me tuvieran en cuenta y pasaron 15 días o más y no recibí respuesta. Así que decidí hacer un experimento. Como también soy periodista les escribí un email desde mi email periodístico con una sencilla pregunta: “Me gustaría saber si esta dirección vuestra sigue operativo”. ¿Sabes cuánto tardaron en responderme? Cinco minutos. Se dieron cuenta de mi primer mensaje y me dijeron que se les había traspapelado. La verdad es que a mí me dio mucha vergüenza ajena y no volví a ponerme en contacto.

Un poco rencorosa, ¿no?

Lo soy. Hay reivindicar el rencor. Y la venganza. Y el perdón. Y la pasión. Basta ya de este bienquedismo y este asqueroso silencio, por favor.

Por Yiyi Jolie
@JolieYiyi

Artista: Komatssu
Album: Lost Tracks
Label: Set Theory Records
Fecha de lanzamiento: 3 de abril 2020

Nueva normalidad

Desplegar la alas y dejarse llevar por el viento. Deslizarse en la claridad transparente. Ligero como una pluma, planear sobre la ciudad inhabitada, inhóspita como la maqueta de un club de golf. Sobrevolar el paisaje costero y entre las montañas, tal cual el águila que reconoce su reino, al acecho, de confín a confín. Saltar de cornisa a cornisa, de bolardo en bolardo, buscando desesperadamente un alter ego, un rival, un infractor.

Derramarse en el cableado y vigilar por las webcams. Diluirse en la red de fibra, en las ondas de radio, en la percusión del sol. Controlar las azoteas desde un dron. Espiar por la mirilla el rellano. Lanzar un plato al vacío, una jabalina al río, una tarjeta contactless. Patrullar las calles desiertas con la sirena apagada, el dedo en el gatillo y el ojo avizor.

Evadirse del cuarto sombrío. Escapar con amplias zancadas. Volar cuan las piernas dan. Humedecer la máscara por dentro. Empañar la lente. Perder la noción del tiempo en un espacio ilimitado. Detenerse encorvado, con los guantes sobre las rodillas, y coger aliento. No agarrarse a nada si te vas a desmayar. Respirar hondo. Guardar la calma. Resistir. Seguir las instrucciones de tu voz interior. Silencio. Estar atento. Escuchar la intensa ausencia, el hueco, la purga y la resurrección.

Fernando Lagreca "Infamous" cover

Artista: Fernando Lagreca
Título: Infamous
Label: Beautiful Accident
Formato: LP, digital
Fecha de lanzamiento: 17 de abril, 2020
Género: electrónica, synthdisco, urban, techno

Tracklist

  1. Creation
  2. Galactic
  3. Dissociation (feat. Chantelle R)
  4. Again
  5. Rogue Planet (feat. Chantelle R)
  6. Dark Net
  7. Tears Of The Future
  8. Broken (feat. B. Dopran)
  9. Lone Condition
  10. Jail Of Dreams (feat. Kamal Imani)
  11. Maybe I Haven’t Done Enough
  12. Infamous

Qué sería de todos nosotros sin enchufarnos todos los días a la música. Son legiones los que como nosotros, la respiran y exhalan. Porque aunque unos pocos enchaquetados sigan escurriendo el bulto, es una constante vital. La cultura en general se ha convertido en estas semanas de excepcionalidad como un islote, una salvación indispensable a la que agarrarse. Dicho esto, y prometiendo una enorme evasión, vamos con el recientemente publicado nuevo largo de Fernando Lagreca. Este señor que es un todoterreno de la escena musical, ha construido bajo el título de “Infamous”, su obra más osada y ecléctica hasta la fecha. Este Jabato uruguayo (igual, y ya que estamos, Fernando sería un poco más Taurus) se ha sacudido con total libertad y como perrete secándose al salir del agua, todos los estilos musicales (electrónicos) que le hicieron cosquilla en los últimos tiempos…

En este periplo sonoro hacia territorios vibrantes, clásicos, pero también actuales, nos toparemos con un Fernando Lagreca bastante encariñado con los ritmos rotos de tinte urbano, así como piezas donde muta el R&B ¿Y esto cómo se come? Pues sin tenedor, mejor con los oídos después de darle al play. El primer single adelanto del LP –por cierto, ya lo podemos pillar en vinilo visitando el Bandcamp de Beautiful Accident– arde en deseo asociándose con una vocalista la mar de descarada y efectiva (Chantelle R.) y sonoridades callejeras que se ven incluso potenciadas en su vídeo-clip. Os hablo de “Dissociation” donde se homenajea la escena dancehall asiática. Con otros sencillos como “Broken” (con B. Dopran) o “Jail Of Dreams” (con Kamal Imani) vuelve a sorprendernos con ese ramalazo urbano, esta vez en formato modern soul beat y rapero. Siguiendo la senda de los beats con hormigueo está “Rogue Planet” donde el productor nos demuestra su querencia por artistas de la talla de Goldie o Roni Size, y aquel fructífero drum’n’bass que se marcaban hace unos años atrás.

Pero en este nuevo álbum tampoco iban a caer en saco roto la esencia de anteriores discos como “Control” (2014) o “Childhood is All We Have” (2012). Arpegios flotantes y vapores sintéticos de los que calan hondo: “Tears Of The Future” o “Maybe I Havent Done Enough” son dos buenos ejemplos. Tampoco se queda muy atrás “Infamous”, esta vez defendido por unos broken beats muy noventeros. En la onda The Future Sound of London o Way Out West.

Finalmente, y no menos importante por eso, su alianza con la síntesis analógica y los BPMs bailongos también tienen su sitio. Techno y synthdisco –“Lone Condition” es fascinante- casi siempre hilvanado con hilos muy melódicos. Es aquí cuando nos encontramos al Fernando Lagreca de los últimos cinco años, el cual ha estado publicando singles y EPs en sellos volcados con el sonido clubbing. Natura Viva, Lost On You, Chrom o Solar Distance entre otros.  Es también como solemos verle últimamente cuando defiende uno de sus directos. Otro agua donde es todo un pececillo.

Por Hugo Moroder

El otro día, pasando el plumero por los libros, me di cuenta de que mi ex se había llevado –no te lo pierdas, hace siete años- un libro mío, ‘Historia del DJ. Desde los orígenes al garaje’ (Robinbook) al irse de casa. Y me supo a cuerno el descubrimiento, si soy honesta. Porque entiendo que se llevase ‘Electroshock’, de Laurent Garnier, ya que se lo había regalado yo unas navidades, pero… ¡‘Historia del DJ’ formaba parte de mi vida, de mi capital cultural, de mi estantería!

Joder con los hombres. Y, hey, no estoy sacando una conclusión apresurada por un caso aislado, no (por cierto, también se llevó la maquinilla del pelo QUE ME HABÍA REGALADO ÉL). Es que es la segunda vez que me pasaba esto en mi vida. La primera desapareció algo así como el 80% de la biblioteca. También es cierto que los libros eran suyos. ¡Pero joderme me jodió igual!

En fin, el descubrimiento de que Mr. X se había llevado ‘Historia del DJ’ me hizo pensar en el enorme apego que le tengo a mi biblioteca musical. Tener vinilos mola, pero los libros de música son otra cosa, son como una síntesis entre carnet del Club de los Listos y bragas de Cicciolina (si eres fetichista de las bragas, claro). Moraleja: no prestes nunca un libro de tu enciclopedia musical (por cierto, amigo fulanito, que sepas que no me pasa inadvertido que aún no me has devuelto ‘Der Klang der Familie. Berlín, el techno y la caída del muro’, de Felix Denk y Sven von Thülen (ed. Alpha Decay), van ya para tres años)… Una, como fan de un estilo, necesita sentirse además parte de un club, ese sentimiento de pertenencia que da sentido a la existencia (y por extensión al gusto musical). Y entonces es cuando llega ‘Loops’ y le pone una tirita al problema.

Menudo aficionado a la música electrónica eres si no tienes ‘Loops. Una historia de la música electrónica’ (ed. Reservoir Books), coordinado por Javier Blánquez y Omar Morera. Es como vivir en Madrid en los 80 y no tener carnet de Rockola. Si hasta Ángel Molina dice en la contraportada que es “un libro esencial para entender la música que escuchamos”. Yo tengo la quinta edición, de 2009, en un único volumen de tapas blandas, 560 páginas. El caso es que el libro dejó de reimprimirse y se agotó. Y tiempo después llegaron a pagarse 500 pavos por él, de segunda mano. Había dejado de ser un libro para convertirse en unas bragas de Cicciolina intervenidas por Jeff Koons en el mercado del fetichismo de lujo.

El caso es que el libro se reeditó hace unos años actualizado, ampliado, en dos volúmenes (que también tengo, faltaría más) en bonitas tapas duras, azules unas, rojas las otras. Tengo mis diferencias con el criterio de Blánquez en varias cosas –por ejemplo, el poco interés mostrado en el libro por uno de mis grupos favoritos, Underworld– pero, vale, se lo perdono por todo lo que da en cambio: la consciencia de que la electrónica que tanto te gusta tiene los tentáculos mucho más largos de lo que creías. Le da una sólida genealogía al género, pone orden en su mito de la creación, establece su cronología, sus hitos clave, sus apóstoles, sus santos… Que sí, hace la biblia de la música electrónica.

Mi biblioteca musical es como un jardín de crecimiento lento, con pocas especies nuevas al año, pero ¡qué incorporaciones! Sobre el mito fundacional, ‘Techno Rebels. Los renegados del funk electrónico’, de Dan Sicko (Alpha Decay). El título de su prólogo ya lo dice todo: ‘Techno. Historia sagrada’. El porqué, el cómo y el quiénes en el Detroit que se reinventó musicalmente en los 90. También siento mucho aprecio por mi ejemplar de ‘Música de mierda’ de Carl Wilson (ed. Blackie Books) que va sobre un asunto tan fascinante como el gusto musical. ¿Quién dice qué es buen y mal gusto? ¿Por qué la crítica tal como la conocíamos ha desaparecido? ¿Por qué todo el mundo odia a Céline Dion? No te lo pienso prestar, por mucho que me lo pidas. Como tampoco pienso soltar ‘Cómo dejamos de pagar por la música’, de Stephen Witt (ed. Contra). Entre otras cosas, porque aún no me lo he acabado. Witt te cuenta de una manera novelada (excesivamente, diría yo) cómo se fraguó nuestra realidad musical actual, desde el nacimiento del ‘infame’ formato mp3 hasta Napster y eMule (¡qué entrañable!) pasando por cómo se las ingeniaban en las multinacionales discográficas para sacar música de extranjis y planchar CDs en los primeros años del milenio. Parece apasionante. ¿Que por qué no me lo he acabado aún? Ni idea. Tampoco me terminé ‘Historia del DJ’ y mira.

Por Yiyi Jolie
@JolieYiyi