Artista: Ellen Allien & Thomas Muller
Album: Free Nation EP
Label: Bpitch Control
Keep on dancing
Ella siempre tiene el control, incluso cuando elige con quién perderlo. No estar a la altura de sus expectativas no es una tragedia, pero nadie en su sano juicio desearía defraudarla. Cuando ella te tiende la mano siempre es de verdad. No es una trampa para vampirizarte la energía que corre por tus nervios y tus venas. Cuando ella te invita a colaborar es porque realmente confía en ti y respeta lo que haces. Ser elegido es un honor. Se te hiela la sangre una centésima de segundo antes de sentirte alagado, pero enseguida te serenas y lo aceptas con todas las de ley. Luego te entregas completamente en la propuesta, porque una ocasión como esa ocurre pocas veces en la vida.
Hacer bailar a la gente es una enorme responsabilidad. Muchos lo intentan y se conforman con que todos muevan el esqueleto hasta derramar el cubata. Si te tomas este trabajo en serio, eso te parecerá insuficiente. Es como quedarse en la entrada del club y escuchar la música desde la calle. Hacer bailar de verdad a la gente es hacerla olvidarse de ligar, de tomar nada, de dar la brasa lamentándose de lo lejos que ha aparcado el coche y de desear hacerse una foto para subirla a Instagram. Esa actitud compartida no depende de la gente congregada, ni de sus ganas de fiesta, ni de la acústica de la sala, ni de nada circunstancial. Esa magia proviene directamente de la música y la maestría de quien esté al mando.
Muchas de las cosas que hacemos están motivadas por el simple deseo de divertirnos. Eso está bien hasta cierto punto. Ser un entretenimiento para las personas puede parecer suficientemente noble, pero no basta. No debe bastar. Hay que proyectarse más lejos, a más profundidad. Hay que ser ambicioso buscando la transcendencia, persiguiendo retos cada vez más estimulantes. Con la música puedes conseguir muchos resultados diferentes en las personas. Puedes sumirlas en la melancolía, puedes hacerlas sentir enamoradas, o puedes producirles temor… pero hay un efecto que supera todos los demás: no hay nada más digno y majestuoso que hacerlas bailar de verdad.