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Artista: Sevdaliza
Álbum: Shabrang
Label: Twisted Elegance
Fecha de lanzamiento: 28 agosto 2020
Escúchalo en Spotify.

El enigma perfecto

El segundo disco de Sevdaliza confirma su madurez creativa, para dejar claro que su singularidad sobrepasa el ámbito musical, empujada por sus inquietudes artísticas hacia un espacio mucho más amplio, complejo e intrincado. En ocasiones me recuerda más a Marina Abramovic que a FKA Twigs, en su visión dramática del arte y su expresión de la existencia.  

Nacida en Irán y criada en los Países Bajos, antes de dedicarse a la música destacó en el deporte, -de adolescente formó parte del equipo nacional de baloncesto holandés-. Con su belleza radical, a Sevdaliza le basta dejarse ver para ser una performer de culto, como una exótica yegua purasangre cuya sola presencia física cautiva e intimida a partes iguales. La imagen ecuestre es una metáfora recurrente en su carrera, véase el vídeo de “Human”, o léase el mito persa de Siyâvash, el héroe que atravesó el fuego cabalgando al legendario Shabrang (cuyo nombre da título a este disco), el caballo negro como la noche que adoraban los fieles a Zoroastro.  

Sevdaliza es un misterio ajeno a la luz. Parece un dios persa contemporáneo, impasible y cruel, fascinado por las emociones de los mortales, esforzado en comprenderlas, en aprehenderlas, sin demostrar la menor empatía hacia ellas. Sea como sea Sevdaliza en realidad, ha cultivado un personaje rico y transcendente, de una glamurosa maldad dominante, indescifrable e irresistible, que encarna un enigma perfecto. 

La sobriedad espartana de “Ison”, su álbum de debut de 2017, ha quedado muy atrás con su segundo disco, en un despliegue de formas musicales apabullante y sofisticado. Visto uno al lado del otro, “Shabrang” es un lago mucho más profundo y extenso, de aguas igualmente negras, donde adentrarse supondría una temeridad. Más que un leitmotiv, la oscuridad es un género en sí misma, una materia adictiva a la que podemos consagrar la vida entera.  

En esta ocasión Sevdaliza de nuevo se ha rodeado de sus colaboradores habituales, uniendo fuerzas con el productor holandés Reynard Bargmann (Mucky) y el músico Mihai Puscoiu para la orquestación. El resultado es una colección de 15 temas muy heterogénea, pero tremendamente coherente, concienzudamente madurada. Engarzados como fábulas de Las Mil y Una Noches, cada uno trata un pasaje distinto desde una misma sensibilidad. Producidos con enfoques muy diversos, en un despliegue de géneros que abarca desde el trip-hop (si es que ese término pudiera referirnos algo hoy en día) y el dupstep, pasando por el jazz y la música clásica, hasta el folclore de Oriente Medio.  

Todo ello aglutinado con la voz arenosa de Sevdaliza, la estrella absoluta de este firmamento, con su vibrato suplicante, distorsionada hasta lo sobrenatural con efectos de AutoTune. Ella canta una plegaria tras otra, de una balada farsi a un himno existencialista, obsesionada con las paradojas de la condición humana, la dolorosa experiencia de vivir, la bondad y la maldad, la cordura y la locura, la desdicha, una violencia contenida, el amor, la fe, la devoción y una ligera esperanza en mitad de la desolación.   

Por Emilio Ferrer
@EmilioFerrer

“El español es un idioma que suena”

La Chica cover image

¿Se enamoran los críticos musicales? Los humanos sí, los tontucios no. El único valor que tiene quien se dedica a la crítica musical es el de no ser un bienqueda, y eso incluye sacar pecho con los amores y con los odios [querido: quien clona una nota de prensa no es un crítico musical, es una caca de vaca].

Dicho lo cual: amo a La Chica. Ella no lo sabe, pero yo la amo, que diría Rocío Jurado. Si no la has escuchado aún (mal por ti), te cuento que es francesa y venezolana, que hace una música electrónica delicadísima y original, que no se corta un pelo a la hora de encajar las sílabas del español en sus melodías y que se llama de nombre verdadero Sophie Fustec.

Por casualidad (¿creemos en la casualidad?) cayó en mis oídos poco tiernos ‘Sueños’, luego ‘Oasis’, después el álbum completo, ‘Cambio’, facturado en 2019. Y ahora acaba de publicar un single, ‘El camino’, acompañado de un encantador vídeo de animación que me ha dado una excusa perfecta para entrarle. Porque La Chica no hace reguetón, ni trap, ni pop, ni rock, ni es cantautora, ni hace canción protesta… [suspiro quedo]. La Chica, ¡ay!, hace una electrónica limpia, sobria, de detalle, progresista, tiene una voz honesta y es capaz de meter su corazón venezolano en ese envoltorio de sonidos digitales europeos sin que salten las costuras del traje, más bien ‘perfect fit’. Me gusta tanto tanto que le hago unas preguntas. Y ella, dulcemente, responde esto:

  • ¿Qué te llevó a París, si se puede saber?

Nací en París de madre venezolana y padre francés. Luego viví entre París y Mérida, Venezuela toda mi vida. Últimamente he pasado mucho tiempo en México, que es para mí una sublime tierra de adopción, ya que Venezuela está en llamas .

  • En ‘Sueños’ cantas: “Los sueños no son como antes cuando era, niña paseando con mil ideas”. ¿Con qué sueñas, exactamente?

Sueño mucho, soy sonámbula y ¡sueño mucho despierta también! Trato de traducir en música el ambiente de ciertos sueños que dejan un impacto fuerte en mi vida…

  • Tu música es un mix de electrónica muy depurada, limpia, sin ampulosidades y elementos de la música tradicional latina. ¿Cómo llegas hasta ahí?

Me encanta la música electrónica, pero quiero echarle sonidos más orgánicos (piano, samples de percusiones…) para que quede más caluroso. 

  • Haces electrónica y cantas en español (aunque no siempre). Desde el punto de vista de la propia rítmica del idioma (sin entrar en elementos culturales) es todo un reto…

Sí. ¡Quiero que los sonidos suenen! Y el español es un idioma que suena. Una lengua que me permite usar imágenes, metáforas y expresar las ideas abstractas que tengo en mente de una manera más poética. Además, sueño mucho en español y me inspiro mucho en mis sueños a la hora de componer.

  • El tratamiento de la voz es muy personal, muy bonito. ¿Eres cantante antes que productora o al revés? ¿O una no existiría sin la otra?

Empecé primero por la producción. Porque es un terreno de juego increíble para todo el resto. ¡Ahora la producción me inspira para cantar y cantar me da ideas de producción! 

  • ¿Qué preparas ahora? ¿Más cambios en tu vida y tu música, tal vez?

Acabo de atravesar un periodo de transición muy intenso y largo. Estuve un año y medio sin hogar. Acabo de instalarme, voy a poder componer de nuevo, ¡por fin! A ver qué sale de esta experiencia. 

  • ¿Produces toda tu música? ¿Del primer al último sonido?

¡Sí! ¡Lo disfruto mucho! Pero me encanta compartir con gente, y produje ciertas canciones (Sola, Drink…) con otros productores como EOS Records o Julien Sabourin.

  •  ¿Qué te interesa además de la música? ¿Dónde te encontraremos en París?

Me encanta el arte. Me encanta bailar. Me encanta observar a la gente. Me siento en la terraza de un café y veo la gente pasar, me imagino a dónde van, qué hacen… Me encanta caminar, dejarme llevar y perderme en las calles de París. 

  • ¿La música te sigue haciendo feliz? ¿No te ha decepcionado?

La música está en mi vida desde que nací y la amo por siempre. La música me llena, me hace vibrar, me hace sentir viva. Lo que podría ser decepcionante es la industria de la música y todo lo que rodea al arte de una forma poco sana.

  • ¿Y el público? ¿Alguna vez has sentido la frustración de que no llegas lo suficientemente lejos con tu música?

Amo a esa gente que se desplaza, que sale a escuchar música, que se emociona, es muy importante para mí porque quiero generar emociones e intercambiar. Sé que la música sana, salva a veces, y hasta ahora he recibido mucho amor de parte del público, donde sea. 

  • Un año después del lanzamiento de ‘Cambio’, ¿cuál es el tema del disco que te gusta más?

Todos, ¡jaja!  Pero ‘Addict’ tiene algo especial.

  • Si en un set de dj mezclo tu tema ‘Oasis’ con uno de Sevdaliza, te parecería bien?

¡¡Me parecería increíble!! Ella me gusta muchísimo.

Me derrito.

Por Yiyi Jolie
@JolieYiyi