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Autor: Gideon Schwartz
Editorial: Phaidon
Formato: Tapa dura. En inglés.
Tamaño: 270 x 205 mm.
Páginas: 272
Ilustraciones: 300
ISBN: 9780714878089
Todas las imágenes mostradas en este artículo son cortesía de Phaidon

El título ya hace augurar grandes placeres a los fetichistas de los condensadores, las válvulas, los potenciómetros, las cajas de subgraves… ‘Hi-Fi: The History of High-End Audio Design’, firmado por el megaexperto Gideon Schwartz [fundador de la neoyorquina Audioarts y un auténtico activista de la alta fidelidad] y editado en gran formato por Phaidon, es una perla en la era de las baratijas, esta en la que solemos conformarnos para escuchar música con el sonido que sale del móvil, del ordenador o del cutrealtavoz portátil que nos regalaron por navidades.

El libro, de más de 250 páginas, es una pasada tanto desde el punto de vista informativo como desde el gráfico, y no se queda ni mucho menos en la descripción técnica de los equipos [desde el fonógrafo de Thomas Alva Edison hasta los amplis Emitter o los sofisticados altavoces Magico de Alon Wolf de la última década]. También es un recorrido por nuestra relación con la música durante el último siglo, con nuestra forma de apreciarla, disfrutarla y consumirla.

La miríada de imágenes que ilumina las páginas del libro es de otro mundo. O más bien, nos lleva a otro mundo. Ahí están todos los equipos pioneros y los que marcaron la diferencia década tras década, pero también el salón de la casa de Frank Sinatra en Palm Springs fotografiado en 1949, con su estupendo equipo de sonido al fondo; publicidades de los 50 como la del equipo estéreo Sony HP-188 bajo el eslogan “Stereo for the man who has nothing” que prometía ligar a pares de una forma nada sutil, gracias únicamente a tu estéreo; Willi Studer, padre de las míticas Revox, posando junto a una de sus máquinas…

Y del presente, ¿qué? En una de las páginas, al abordar el advenimiento del mp3, Schwartz tira de la predicción realizada en 1977 por el economista francés Jacques Attali, según el cual, en el futuro, “la tecnología podría llegar a diluir de igual manera la expresión musical y su materialización económica en el mercado”. Esos malísimos augurios, dice el autor de ‘Hi-Fi’, “se han hecho más que patentes en asuntos como el intercambio no autorizado de archivos, la piratería y los artistas no compensados por su trabajo”. Sin embargo, añade, el mp3 no ha acabado con la alta fidelidad, sino que durante los últimos años se ha producido un resurgir del interés por los sistemas de sonido analógicos, y empresas como 47 Labs han vivido una auténtica ascensión a los cielos del prestigio en lo que Schwartz denomina “el renacimiento analógico postdigital”. Queda esperanza pues.

Tal vez lo que nos falte, a fin de cuentas, sea un buen latigazo de sonido en alta fidelidad para recordar lo que hemos perdido sin querer queriendo. Preguntado por cuál es la reacción más común de los visitantes de su empresa, Audioarts, cuando escuchan por primera vez lo que se puede conseguir de una alta fidelidad adecuada, el autor de libro responde: “Etérea. Terapéutica. Si eres capaz de olvidarte del teléfono y del mundo actual obsesionado con el chateo, y entrar en el universo complejo y espiritual de Philip Glass, Max Richter o Sarah Vaughan, entonces podrás sintonizar con la premisa que hay detrás del audio de alta gama y su propósito esencial: perderte en la música”.

Por Yiyi Jolie
@JolieYiyi