Artista: Fever Ray
Album: Live at the Troxy
Label: Rabid Records
La aguja en el tímpano
Han pasado 10 años desde que Fever Ray (Karin Elisabeth Dreijer) publicara su primer disco. Entonces solo la conocíamos por ser la vocalista de The Knife, el inquietante grupo sueco que formaba junto a su hermano Olof. Ambos conmocionaron la escena electrónica internacional en 2006 con “Silent Shout”, el álbum que llevaba la música de baile al lado maligno, dando pie a un nuevo género: el haunted house. La irrupción de Fever Ray no fue el fin de The Knife, sino una válvula de escape para su febril exploración creativa.
“Live at Troxy” es un disco en directo que viene a confirmar su madurez artística en solitario. Grabado en la mítica sala Troxy de Londres, resulta muy similar a lo que The Knife hizo hace un par de años, cuando entregó a sus fans “Live at Terminal 5”, el disco y el vídeo del concierto completo que realizaron en Nueva York en 2017, presentando su disco «Shaking the habitual».
Los hermanos Dreijer siempre se han caracterizado por tomarse muy en serio la puesta en escena de sus conciertos, preocupados por dar una nueva dimensión a su música de estudio. Esta determinación nos ha brindado shows memorables, plagados de código oculto y guiños a las artes escénicas. Prueba de ello es el dramático film/concierto “Silent Shout: An Audio Visual Experience” que sentó las bases de un lenguaje propio en directo.
Sin que haya un solo tema nuevo en este “Live at Troxy”, al escuchar las 16 canciones que incluye, podemos reconocer la solidez del repertorio de Fever Ray, que solo lleva un par de álbumes a sus espaldas. Solidez y desasosiego, porque Karin no se metió en esto para agradar, sino para enfrentar temores y profundizar en las conductas del rechazo. Si su propósito es despertar algo dormido en nuestra mente, lo hace suministrando una terapia de choque, sacudiéndonos desde un ángulo secreto de la conciencia.
Con sus letras perturbadoras, su timbre de voz enervante, su sonido puntiagudo o su amenazador aspecto de desequilibrada, Fever Ray resulta intencionadamente traumática. Su música está diseñada para revolvernos por dentro; y, sin embargo, nos cautiva, con una belleza misteriosa y desconcertante. Es hermosamente extraña. Cada detalle en Fever Ray está afilado para punzar, se clava, nos hiere, dejando un aguijón bombeando veneno.